Pablo, mi sonrisa te recuerda...
a las sombras de tus trazos que dibujan mi cuerpo en un papel
a la luz que indica el futuro
a las caricias de unos ojos llenos de un mar en calma
Pablo, tu sonrisa me recuerda...
que ya no hay obscuridad en la esquina de mi boca
que ya no hay ausencia de amor y sexo
que ya no hay muerte en el alma dividida
Pablo, mis palabras ¿ a qué te recuerdan?...
a mi sonrisa, a tu sonrisa y al sueño de dos locos que viven en nosotros.
sábado, 24 de abril de 2010
ERES TU
Hoy te he mirado a los ojos. Estabas frente al ordenador muy concentrado. He sonreído y recordado todo lo que te he querido. Nadie lo ha sabido nunca, sólo tú. Te vuelvo a mirar y me sonríes. Me llamas. Voy. Nadie sabe lo que te he querido...
Tus ojos me enamoraron. Mi amor hacía tí fue lo que día tras día me hacía fuerte para seguir andando el camino. Mi alegría dependía de tu presencia. Tu ausencia era mi muerte.
Un amigo dice que donde hubo pasión luego no puede vivir la amistad. En mi caso no es así. La pasión nunca fue compartida y la amistad sí.
Tecleo tu nombre una y otra vez, una y otra vez...
¿Habrás sentido algo por mí alguna vez? Por ejemplo, cuando me abrochabas el abrigo cobijándome del frío; o cuando me llamabas a casa con una excusa tonta; o en aquella ocasión en la que tanto me hiciste reír en medio de un mar de lágrimas...e incluso, cuando me hacías la vida imposible al saber que ya no eras el centro de mi universo y estabas meses sin hablarme...¿Habrás sentido algo por mí alguna vez?
Pasas a mi lado y me das un golpe cariñoso en el hombro. Levanto la cabeza y sonrío.
A veces, cuando nuestros ojos se encuentran tengo la sensación que se dicen cosas que nosotros hemos sido incapaces de mostrar. Historias de lo que pudo haber sido y no fue o de lo que pudo no haber sido y fue.
En una ocasión, encontré en tu mesa un papel con mi nombre escrito muchas veces. Aún lo tengo guardado en la caja de cartón que un día estuvo llena de los bombones que tú me regalaste. Muestras adolescentes de una amor maduro e imposible.
Hoy me he puesto un jersey naranja. Al final del día, cuando estoy a punto de apagar el ordenador, recibo un correo. Me lo envías tú y me dices que estoy muy guapa. Sonrío. No te contesto. Nadie sabe lo que te he querido. Sólo tú.
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