jueves, 11 de julio de 2013

LA LECTURA DE LA ESPERANZA


María lee:
“Que trata del lugar donde nació Oliver Twist y de las circunstancias que ocurrieron en su nacimiento”. Entre los varios edificios públicos de cierta ciudad, que por muchas razones será prudente que me abstenga de citar, y a la que no he de asignar ningún nombre ficticio….”
María nos lee despacio esta historia como si fuera la primera vez. Sin embargo, no lo es. Desde que estoy aquí la he escuchado un centenar de veces. Pero nunca me aburre. Cada vez que comienza siento que la vida me está dando otra oportunidad.
Soy Merche y estoy en la cárcel de Ventas desde hace un año. Vivo en una celda con otras once mujeres. ¿Mi delito?, ni siquiera lo sé. Los que me juzgaron dijeron que era un peligro para el estado por ser una activista roja. Puede ser que los cuentos que escribía,  y que alguna vez me publicaron, abogaran por la igualdad entre hombres y mujeres y por el derecho de éstas últimas a formar parte de la sociedad. Ideas peligrosas y revolucionarias. Eso dijeron. Desde entonces, y tras diez días en Gobernación, espero mi ejecución acompañada de la miseria, el hambre, las vejaciones y los gritos de desesperación que suben por el corredor, día tras día y noche tras noche. Laura, la más jovencita, tiembla y llora. Sólo tiene 16 años y su pecado fue enamorarse de un militante comunista. Él está desaparecido y ella muerta entre estas cuatro paredes. Fue violada por los guardias que la custodiaban, sometida a baños de agua fría y golpeada sin piedad. Apenas habla y, únicamente sonríe, cuando escucha las aventuras de Oliver Twist. Hemos tenido suerte de contar con este libro. Su magia nos transforma una a una. Nuestros ojos se miran y comprenden. Lola siente que su neumonía no la ahoga; Puri olvida que dentro de unos meses parirá a una criatura que no verá crecer; Manuela mueve sus piernas muertas; Toñi no se queja de su mala suerte y, el resto, las más ancianas, descubren mundos que no conocían. Sospecho que la que más disfruta es nuestra lectora. Cuando abre el libro, revive sus años de profesora enseñando a niños sedientos de conocimientos.
La lectura se detiene tres veces al día cuando, en formación, tenemos que salir al corredor para cantar los tres himnos del movimiento, con la mano derecha en alto, saludando a un sol escondido. Al principio, nos negábamos pero, ahora, por supervivencia y desamparo gritamos con fuerza palabras lejanas a nosotras. Cuando terminamos, volvemos a nuestras celdas, nos apretamos unas contra otras para combatir el frío y volvemos a poner la atención en el personaje que nos evade de nuestra triste realidad.
María lee:
“Cuando a la mañana siguiente, despértose  Oliver, quedó harto sorprendido al ver que junto a su cabecera habían colocado un par de zapatos nuevos, de gruesas suelas, y que los viejos habían desaparecido”…
María se interrumpe. La cadencia de los pasos de las carceleras nos aterran; su eco transmite crueldad, dolor, sufrimiento. El final.
María, temblorosa prosigue la narración:
“-Hace una hermosa noche, caballero, aunque algo fresca para esta época del año –dijo Fagin, frotándose las manos-. Venís del campo, según veo, señor”
María enmudece. 
El sonido del terror se ha plantado delante de nuestra celda. Las llaves anuncian la despedida.
-¡Purificación Renedo!...-levántate-
Todas nos ponemos en pie. No hacen falta palabras. Nuestros ojos lloran sin lágrimas. Su adiós es el nuestro. Puri tiembla y se abraza el vientre.
-¿Cómo son tan crueles? ¡ No dejarán que mi hijo nazca!. Morirá sin ver la luz del sol.
-Déjate de lamentos, ¿quieres darte prisa?
Puri sale sin mirar atrás. De repente, se detiene y grita: prosigue María…
María lee:
“En esta tumba no hay ataúd, y quiera Dios que pasen, pasen, muchos, muchos años, sin que otro nombre venga a colocarse sobre ella”
Los días pasan con terrible monotonía. Terrible desolación pero un día se escucha movimiento en el corredor. Rumores, murmullos, risas…Sonidos ajenos, sonidos dormidos que se despiertan de golpe. Palabras que se agolpan, palabras que vuelan…libertad,  perdón, vida. El generalísimo quería celebrar el segundo año de su victoria promulgando una amnistía que alcanzaba a muchos condenados con penas inferiores a doces años. Muchas abandonarán este sufrimiento cautivo. De nuestra celda, Laura, nuestra niña, nos dejará llena de heridas en el alma pero repleta de ilusión. Espera impaciente. Las llaves abren su libertad. Sonriéndonos, se despide de cada una de nosotras y, cuando llega a María la espeta: sigue leyendo
 Y María lee:

“El destino de aquellos que han figurado en la presente historia casi toca a su fin. Lo poco que a su historiador le queda por narrar cuéntase en pocas sencillas palabras”.

martes, 2 de julio de 2013

CONVERSACIONES MOVILES

Después de un día duro de trabajo deseo coger mi libro y leer mientras el balanceo del tren me acompaña. No va a ser posible.
Las conversaciones se multiplican a mi alrededor.
Lado derecho: ¿Hola? No te oigo bien. Sí, voy en el tren. Claro, claro. Mañana a las cinco. Mujer, que sí, que voy a ser puntual. Besos.
Lado izquierdo: María coge a los niños y vete al parque. En cinco minutos llego. 
Enfrente: Sí, pero yo quiero una tarifa más baja…Eso no fue lo que firmamos. ¿Qué no le consta?,por favor, ¿me puede pasar con un superior suyo?...
Dos asientos por detrás suena una música pachanguera y bombas de chicle explotando.Algarabía juvenil.

Cierro el libro desesperada. Ahora el que suena es mi móvil y observo como el resto de pasajeros me miran de soslayo pendientes de mi conversación.