sábado, 27 de noviembre de 2010

HOMENAJE A EDOUARD LEVE

AUTORRETRATO
Erase que se era un historia que es, ¿o fue? ¿o será?. Mi vida también es un es, un fue y un será. Siempre estoy dudando. Me busco entre líneas para conocerme. No lo consigo. No creo en mí. Confío, en exceso, en la gente que me rodea. Desconfío cuando la confianza es utilizada para destruirla. Me encuentro envuelta en pensamientos guardados en un laberinto. La salida de la espiral es complicada y me pierdo. No afronto la realidad. Me mueve la fantasía, la utopía y, sin embargo, soy pasiva. Activo el motor de mi cuerpo como si estuviera en una carrera contrarreloj. Controlo las curvas, controlo los baches, controlo la velocidad. Soy un descontrol. Mis días están regidos por horarios de obligaciones. No me permito descansar. La relajación es una palabra que yo no entiendo. Acuso el cansancio pero no lo reconozco. Hiperactiva es mi segundo nombre. Me rindo ante los que son pacientes y se toman las cosas con calma. Mi exceso de responsabilidad me lleva a acaparar más de lo que puedo. Exploto. Somatizo los nervios y me salud se resiente. No encuentro el momento para quererme. La solución sería encontrar una vía alternativa que me llevara por otro camino. Me gustaría ser capaz de decir no, no, no, muchas veces.Nunca lo consigo. La respuesta es sí, sí, sí. ¿Por qué ? Algunos lo llaman bondad, yo no tanto. Un calificativo que expresara esa disposición a mi recurrente afirmación sería el de "cobardía". Me da pavor sentirme rechazada.Miedo a los miedos que me invaden. Desearía enfrentarme a los que me apuñalan por la espalda pero no lo hago. Al contrario, les ofrezco el cuchillo más afilado para que su propósito llegue a buen fin. ¿Soy masoquista? Puede que sí. De hecho, mientras escribo no estoy haciendo otra cosa que auto flagelarme. Cambiaré de dirección. Debería presentarme como una persona amable, honesta, sencilla y...Pensándolo mejor, les diré que me gusta el mar. A veces, la atracción que siento por el agua marina me ha hecho pensar que en mi otra vida fui una sirena. Me imagino en las profundidades bailando entre las algas, jugando con delfines y entonando canciones para enamorar a los marineros. Cuando canto mi mal espanto. Y espanto, cuando canto, a todos los que me rodean. Pensándolo bien, puede que nunca haya sido una sirena. No me gusta el olor del pescado. No hay duda, en mi otra vida no fui nada más que vacío hasta que me encontré en medio de la luz después de diez meses de gestación. No quería nacer. Lo hice en primavera. Me gusta el calor. Odio el frío. Me gustan los helados. Odio los platos calientes. Me gustaría vivir en algún lugar cálido en donde los colores verde y azul abarcaran la naturaleza. Respirar verdad. Escribir mientras el sonido de la lluvia en los cristales arrulle mis palabras. Escuchar una música de piano y violín mientras veo bailar a los árboles al son del viento invernal. Sentir una canción de Serrat mientras pinto mándalas de colores. Respirar paz. Dormir sin pesadillas.Tumbarme en la hierba y reconocer el mismo cielo de otro tiempo. El tiempo, los años, ¡qué rápido pasan!. Matizo. Nosotros somos los que caminamos de puntillas por la vida y el tiempo es el resultado de nuestra vejez. Nos movemos tan deprisa como las nubes cuando son sacudidas por la tormenta. A nuestro paso vamos dejando la huella de nuestro rastro. Cuando era pequeña estaba obsesionada con aquellas personas que después de muertas seguían siendo recordadas, estudiadas, veneradas. Yo quería que mi nombre no fuera olvidado. Entendía que, de esta manera, mi vida tendría un sentido. Vanidad de vanidades. Ya no pienso igual. Si no estoy yo aquí para verlo ¡qué más me da que me recuerden, que me alaben, que me hagan monumentos! Mis renglones tienden a caer en picado...hacia abajo. Dicen los grafólogos que eso es propio de un pesimista. Yo quiero ser optimista. Subiré a una noria y comenzaré el relato de nuevo. Desde aquí arriba la ciudad se observa en todas sus dimensiones. Grandes rascacielos, chabolas, tráfico, gente corriendo de un lado para otro, niños jugando en el parque. A mí nunca me han gustado los toboganes. Cuando era pequeña me caí al deslizarme por uno de ellos. Toda mi posadera aterrizó en un charco. Los columpios sí me gustan. Moviendo las piernas hacía delante, hacía atrás, hacía delante, hacía atrás...llegas al cielo. Se puede alcanzar el infinito de un salto. Cómo caeremos es otra cuestión. Yo siempre he sido muy patosa. Mi equilibrio no es muy bueno y siempre terminó en el suelo. Por esa razón me he comprado unas rodilleras para aprender a montar en bicicleta. Cuando consiga pedalear a la perfección, iré a Amsterdam. Me gusta viajar. Descubrir nuevos paisajes, culturas, gastronomías. Cuando fui a Perú disfruté como una niña. Me asombraba de todo aquello que me rodeaba. Un mundo nuevo se presentaba ante mí. Me percaté de lo pequeños que somos. Cerca y lejos son dos adverbios que nos definen. Ahora veo el mar, ahora no. Ahora estoy en la montaña, más tarde en el desierto, después deslizándome por la nieve y , finalmente, durmiendo en la selva amazónica. El tren para en cada estación y cada uno de nosotros nos bajamos donde nos place. Mi parada es la siguiente. Me tengo que despedir. No, no lo haré. Al fin y al cabo, el mundo es un pañuelo y más tarde o temprano nos volveremos a ver. El punto y aparte aún está por llegar.

1 comentario:

  1. me encanta el final: después de tanto punto y seguido el que el punto y aparte esté aún por llegar queda como una expectativa...

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