DESTINO INDEFINIDO
Demasiados asientos vacíos para un vuelo low-cost, eso pensaba, mientras me abrochaba el cinturón. Unos letreros luminosos anunciaban el inminente despegue. El silencio estallaba en mis oídos. Nadie hablaba. Nadie se movía.
Elevándonos hacía el cielo comencé a sentirme
etérea. La fuerza de la gravedad parecía que hubiese desaparecido. Nadando en
el aire me acerqué a la cabina y comprobé que estaba vacía. Gritaba angustiada
pero las palabras enmudecían. El resto del pasaje parecía dormido. Mi terror
iba en aumento. Quería despertarlos pero no podía. Me costaba respirar. Toda yo se diluía en la
atmósfera viajando a la nada.
Soy
el Dr. Rubio, lamento tener que darle esta noticia: su mujer acaba de fallecer.
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