viernes, 29 de noviembre de 2013

LAS PALABRAS VUELAN



Demasiados asientos vacíos para un vuelo low-cost…este era el mensaje que rezaba en todas las maletas del caballero que estaba sentado a mi derecha. 
Trabajo en el aeropuerto y desde hacía un año ese hombre deambula durante todo el día paseando, en un carro, su equipaje por toda la terminal. Por la noche se sienta en uno de los bancos y duerme apoyando su cabeza en las pertenencias que le acompañan.
En una ocasión, quise entablar conversación con él. Quería ofrecerle mi ayuda. Él me miró con mordacidad y gritó: ¡demasiados asientos vacíos para un vuelo low-cost!  Asustada me alejé de su lado.

Hace poco observé que el carro estaba abandonado en un rincón. Su dueño no estaba. Mientras elucubraba qué habría sido de él, sentí que alguien me daba en el hombro. Me gire y la voz de un hombre me preguntó susurrando: ¿demasiados asientos vacíos para un vuelo low-cost?

Relato con el que participé en el concurso de micros de Getafe Negro.

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