“Las lágrimas que se vierten en las
despedidas de barco son más saladas que las otras”. Esta greguería de Ramón Gómez de la Serna,
resume lo que yo siento ahora. No me voy
en un barco, pero mis lágrimas saben a
sal, a dolor, a impotencia.
¿Cuántos
años hemos estado juntos? Ni te acuerdas, ¿verdad? Veinticinco.Veinticinco años manteniendo una
relación que yo creía para siempre y, sin embargo, acabo de descubrir que no va
a ser así. Me has echado de tu vida y ni siquiera te ha temblado el pulso al
escribir tus palabras de despedida.
¿Qué
nos ha pasado? Es verdad, estábamos atravesando una crisis, y yo, ilusa de mí,
creía que íbamos a superarla como tantas otras del pasado. Unos meses de tira y
afloja y luego, paz, armonía…sin embargo, esta vez, no ha sido suficiente. ¿Conoces
el motivo? ¿No lo sabes o no quieres
reconocerlo? Pues te lo explico en pocas palabras: antes éramos fuertes, llenos
de ilusión y, sobre todo, no había un tercero que nos separara. ¿Mentira?
¡No me vengas con bobadas! ¿Vas a negar la mayor? ¡Te has convertido en
su sombra! Te está manejando,
engatusando con ideas estúpidas que nunca va a cumplir, haciéndote ojitos para
que caigas a sus pies y, cuando estés abducido, te rematará y dejarás de ser tú
para convertirte en ni se sabe que… ¡Por Dios!,
¿no te das cuenta? ¡Te va a fagocitar! Yo estaré ahí, lejos, fuera de ti
para verlo y, te aseguro que me dará una pena infinita pero no podré hacer nada.
No será por rencor; simplemente, no tendré ni la energía ni la capacidad para salvarte.
Toda
esta rabia contenida se mezcla con un miedo atroz al futuro. ¡Llevaba toda una
vida contigo! Desde los 20 años unida a ti. Esforzándome, poniendo lo mejor de
mí, amándote, odiándote, riendo,
llorando, madrugando, trasnochando. ¿Y
tú? Tú siempre siendo mi apoyo, mi sustento, ayudándome a superar mis miedos,
como en aquella ocasión, ahora lo recuerdo, que por primera vez volé contigo en nuestra luna de
miel. Desde ese momento, me llenaste de seguridad y jamás la he perdido… hasta
hoy. ¡Estoy tan vacía! ¡Me parece imposible que no tengamos ningún vínculo!
Nada nos une. No, eso último no es verdad, siempre me atarán a ti los
recuerdos, nadie me los podrá quitar. Siempre viajarán conmigo. Siento un
fuerte dolor en el pecho, me oprime la tristeza, la furia, el desencanto…
Querida
Iberia, ¿qué va a ser de ti? ¿Qué va a ser de mí? ¿Qué va a ser de nosotros?
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