martes, 21 de mayo de 2013

CONFECCION DE REDES ONIRICAS




PRIMER TEJIDO DE RED

La primavera ha estallado y su sangre se derrama en forma de amapola.
Atravieso el campo corriendo como una exhalación.
Me he convertido en una niña con trenzas que huye del temor.

Descalza, mis pies quedan atrapados entre las flores.

Sus tallos se enroscan hasta las rodillas y me dejan aprisionada.
Suben avanzando hasta mi garganta y me asfixian.

Mi cuerpo languidece, me falta la respiración, me ahogo, me muero
Un cuchillo poda a mis asesinas hasta dejarlas inertes exhalando babas verdes.

Alguien lanza mi cuerpo hacía el cielo y comienzo a volar.
Consigo sobrevivir dejando atrás lo que era un espejismo del paraíso.

SEGUNDO TEJIDO DE RED

Mi casa se ha convertido en un cubo de colores.
Cada una de sus caras tiene ojos que me vigilan.

Parpadean de manera sincronizada.

Cuando una abre el ojo, la otra lo cierra.
Me observan permanentemente, persistentemente.

Sola, encerrada, busco la llave que me lleve a la libertad.
Imposible. Sus miradas delatarían mi plan.

Me ovillo en una esquina.
Mis guardianes no vislumbran mi rincón.

Suena una alarma, suenan dos, suenan tres
La onda expansiva del sonido es brutal.

Estallan en mil pedazos todas las paredes y los ojos caen al abismo.
Me levanto, me observo libre y corro, corro, hacía la luz verde del infinito.

TERCER TEJIDO DE RED

Boca arriba en la cama, lloro de asco.

Él, borracho, está sentado a horcajadas sobre mí
Me abre la boca e introduce su pene seboso y lacio

Una felación obligada.
Ritmo lleno de arcadas.

Movimientos convulsos que me asquean.
Jadeos repugnantes que me ensordecen

Cierro los ojos.
No quiero ver su cara babeante, bobalicona

Mi boca se contrae.
Su cuerpo pesa y quiero morir.

Mis dientes no.
Reaccionan y muerden ese miembro carnoso.

Fuerte, más fuerte.
La sangre se derrama entre las comisuras de mis labios.

El grita, aúlla, y su reacción fortalece mi acción.
Me libera golpeando brutalmente mi cuerpo.

He vencido. Parte de su carne está dentro de mí.
Corro hacía la puerta huyendo del salvaje

Abro y antes de recobrar la libertad escupo una parte del miembro endemoniado que nunca más entrará en mi boca

CUARTO TEJIDO DE RED

Su rostro queda enmarcado por el círculo de la mirilla.
Me asusto. No puede ser.

Me ha encontrado.
Utilizo el cerrojo para salvarme.

No podrá entrar.
Vuelvo a mirar y su cara se muestra cruelmente sonriente.

Tiemblo
Grito pidiendo ayuda pero nadie me escucha.

Él se acerca más a la puerta y yo más a la mirilla
Súbitamente, mi cuerpo siente un pinzamiento cruel

Mi asesino ha metido una aguja envenenada por la cerradura
Se ha introducido en mi interior matando mi esperanza.

Mis entrañas salen del que era su habitáculo y viajan tras la ranura de la puerta
Mi último halo de vida permite que vea su imagen, tras la mirilla.

El monstruo que ha causado mi fin están siendo asfixiado por mis intestinos sanguinolentos.
El olor ha putrefacción ha vencido.

QUINTO TEJIDO DE  RED

Anuncios de colores invitan a entrar en la cueva de la diversión.
De la mano, mi hijo y yo entramos en un mundo de fantasía.

Conejos parlantes, sirenas patinando sobre hielo, pingüinos haciendo cabriolas
Nos transmutamos en juguetes infantiles. Mi hijo se convierte en pelota, yo, en robot.

Los pasteles y caramelos se adueñan de nosotros y dulcemente se divierten.
Risas llenas de azúcar y chocolate.

Una sirena silencia el entusiasmo colectivo.
Un arlequín gigante sale de un agujero humeante.

Sonríe satánicamente. Sus dientes son negros.
Lleva un abrecartas en la mano.

Se dirige hacía mi hijo
Quiere desinflarlo. No lo voy a consentir.

Le doy una patada para que huya del peligro.
Rueda, rueda, rueda hasta llegar a la red de una portería.

Enfadado por no haber conseguido su propósito, el bufón enfila sus pasos hacía mí.
Apenas puedo correr. Mi peso de hierro no me lo permite.

De pronto, un golpe en la cabeza le hace caer mortalmente.
Mi hijo ha volado salvándome la vida. Nos abrazamos y salimos de la cueva acompañados de nuestra utopía.

SEXTO TEJIDO DE RED

La estación está llena de trenes
Los andenes llenos de pasajeros.

Se respira confusión.
Subo a mi vagón.

Está repleto de ánimas de mi pasado.
Abuelos, primos, amigos

Llevaban años esperándome
Me sonríen.

Sin palabras, sólo con gestos, me invitan a sentarme
Se cierran las puertas.

El tren comienza su camino.
Las palabras dejan de salirme y los sonidos dejan de oírse.

Estoy muerta, ¿o no?.

SEPTIMO TEJIDO DE RED

Escalones metálicos me ascendían a un mundo demasiado elevado.
Tengo poca estatura y aunque me esfuerzo, mis piernas no pueden alcanzar los sueños que deambulan por las alturas.

Subo y bajo por esa escalera. Consigo atrapar alguna utopía, alguna esperanza. Otras ilusiones, más escurridizas, se elevan como un globo hacía más allá de las nubes, hacía la explosión invisible y, aunque me apresuro a subir esos escalones, no llego a tiempo.
A veces, cuando desciendo, muchos de esos anhelos, que creía haber conseguido, se estrellan contra el suelo o se ocultan en un agujero negro y profundo que los hacía desaparecer más allá del centro de la tierra.

Cansada de tanto esfuerzo sin recompensa, decido quedarme en medio de aquellos escalones. Quieta, dejo de hacer, observando el color negro de un abismo blanco que me deslumbra.
Aparecen manos a mi alrededor que me quieren ayudar, a subir, a bajar, a moverme. Manos grandes, manos pequeñas.

Todas terminan diciéndome adiós y yo, sola, inmovilizada, echo raíces en un escalón. Éstas no se pueden estar quietas e inician prolongaciones hacía arriba, hacía abajo, hasta enredarse en una maraña de óxido.
Mi escalera metálica se ha convertido en una red de ramas que aumentan el peso de mi opresión. La sobrecarga de mi hastío se ladea hasta caer al suelo.  Tengo heridas por todo mi cuerpo pero despierto en suelo firme.

Cargada de renovadas energías arrojo la escalera muy lejos de mí junto con las raíces que la envuelven.
Dejando atrás el pasado inicio un nuevo camino.

 FIN DE LA RED

Muchos sueños después…
Me despierto escuchando la Suite nº 1 para Cello de Bach.

Sus notas vuelan llenando mi alma de paz.
El viento acaricia mi cara.

El olor a salitre me evoca momentos de tranquilidad
Los albatros vuelan a ras del mar sorteando la espuma de las olas.

Mi alrededor está lleno de paz y felicidad.
Mis ojos reflejan la vida que emana de mi interior

Murió el maltrato y el maltratador.
Con fortaleza y tesón reconvertí mi vida y me liberé de mi perseguidor.

Desaparecieron los rincones donde esconderse, los miedos donde refugiarse

Corro libre entre las amapolas sin miedo a mancharme.
Por fin, soy una persona.
 

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