PRIMER
TEJIDO DE RED
La
primavera ha estallado y su sangre se derrama en forma de amapola.
Atravieso
el campo corriendo como una exhalación.
Me
he convertido en una niña con trenzas que huye del temor.Descalza, mis pies quedan atrapados entre las flores.
Sus
tallos se enroscan hasta las rodillas y me dejan aprisionada.
Suben
avanzando hasta mi garganta y me asfixian.
Mi
cuerpo languidece, me falta la respiración, me ahogo, me muero
Un
cuchillo poda a mis asesinas hasta dejarlas inertes exhalando babas verdes.
Alguien
lanza mi cuerpo hacía el cielo y comienzo a volar.
Consigo
sobrevivir dejando atrás lo que era un espejismo del paraíso.
SEGUNDO
TEJIDO DE RED
Mi
casa se ha convertido en un cubo de colores.
Cada
una de sus caras tiene ojos que me vigilan.Parpadean de manera sincronizada.
Cuando
una abre el ojo, la otra lo cierra.
Me
observan permanentemente, persistentemente.
Sola,
encerrada, busco la llave que me lleve a la libertad.
Imposible.
Sus miradas delatarían mi plan.
Me
ovillo en una esquina.
Mis guardianes
no vislumbran mi rincón.
Suena
una alarma, suenan dos, suenan tres
La
onda expansiva del sonido es brutal.
Estallan
en mil pedazos todas las paredes y los ojos caen al abismo.
Me
levanto, me observo libre y corro, corro, hacía la luz verde del infinito.
TERCER
TEJIDO DE RED
Boca
arriba en la cama, lloro de asco.
Él,
borracho, está sentado a horcajadas sobre mí
Me
abre la boca e introduce su pene seboso y lacio
Una
felación obligada.
Ritmo
lleno de arcadas.
Movimientos
convulsos que me asquean.
Jadeos
repugnantes que me ensordecen
Cierro
los ojos.
No
quiero ver su cara babeante, bobalicona
Mi
boca se contrae.
Su
cuerpo pesa y quiero morir.
Mis
dientes no.
Reaccionan
y muerden ese miembro carnoso.
Fuerte,
más fuerte.
La
sangre se derrama entre las comisuras de mis labios.
El
grita, aúlla, y su reacción fortalece mi acción.
Me
libera golpeando brutalmente mi cuerpo.
He
vencido. Parte de su carne está dentro de mí.
Corro
hacía la puerta huyendo del salvaje
Abro
y antes de recobrar la libertad escupo una parte del miembro endemoniado que nunca
más entrará en mi boca
CUARTO
TEJIDO DE RED
Su
rostro queda enmarcado por el círculo de la mirilla.
Me
asusto. No puede ser.
Me
ha encontrado.
Utilizo
el cerrojo para salvarme.
No
podrá entrar.
Vuelvo
a mirar y su cara se muestra cruelmente sonriente.
Tiemblo
Grito
pidiendo ayuda pero nadie me escucha.
Él
se acerca más a la puerta y yo más a la mirilla
Súbitamente,
mi cuerpo siente un pinzamiento cruel
Mi
asesino ha metido una aguja envenenada por la cerradura
Se
ha introducido en mi interior matando mi esperanza.
Mis
entrañas salen del que era su habitáculo y viajan tras la ranura de la puerta
Mi
último halo de vida permite que vea su imagen, tras la mirilla.
El monstruo
que ha causado mi fin están siendo asfixiado por mis intestinos sanguinolentos.
El olor
ha putrefacción ha vencido.
QUINTO
TEJIDO DE RED
Anuncios
de colores invitan a entrar en la cueva de la diversión.
De
la mano, mi hijo y yo entramos en un mundo de fantasía.
Conejos
parlantes, sirenas patinando sobre hielo, pingüinos haciendo cabriolas
Nos transmutamos
en juguetes infantiles. Mi hijo se convierte en pelota, yo, en robot.
Los
pasteles y caramelos se adueñan de nosotros y dulcemente se divierten.
Risas
llenas de azúcar y chocolate.
Una sirena
silencia el entusiasmo colectivo.
Un
arlequín gigante sale de un agujero humeante.
Sonríe
satánicamente. Sus dientes son negros.
Lleva
un abrecartas en la mano.
Se
dirige hacía mi hijo
Quiere
desinflarlo. No lo voy a consentir.
Le doy
una patada para que huya del peligro.
Rueda,
rueda, rueda hasta llegar a la red de una portería.
Enfadado
por no haber conseguido su propósito, el bufón enfila sus pasos hacía mí.
Apenas
puedo correr. Mi peso de hierro no me lo permite.
De
pronto, un golpe en la cabeza le hace caer mortalmente.
Mi
hijo ha volado salvándome la vida. Nos abrazamos y salimos de la cueva
acompañados de nuestra utopía.
SEXTO
TEJIDO DE RED
La
estación está llena de trenes
Los
andenes llenos de pasajeros.
Se
respira confusión.
Subo
a mi vagón.
Está
repleto de ánimas de mi pasado.
Abuelos,
primos, amigos
Llevaban
años esperándome
Me
sonríen.
Sin
palabras, sólo con gestos, me invitan a sentarme
Se
cierran las puertas.
El
tren comienza su camino.
Las
palabras dejan de salirme y los sonidos dejan de oírse.
Estoy
muerta, ¿o no?.
SEPTIMO
TEJIDO DE RED
Escalones
metálicos me ascendían a un mundo demasiado elevado.
Tengo
poca estatura y aunque me esfuerzo, mis piernas no pueden alcanzar los sueños
que deambulan por las alturas.
Subo
y bajo por esa escalera. Consigo atrapar alguna utopía, alguna esperanza. Otras
ilusiones, más escurridizas, se elevan como un globo hacía más allá de las
nubes, hacía la explosión invisible y, aunque me apresuro a subir esos
escalones, no llego a tiempo.
A
veces, cuando desciendo, muchos de esos anhelos, que creía haber conseguido, se
estrellan contra el suelo o se ocultan en un agujero negro y profundo que los
hacía desaparecer más allá del centro de la tierra.
Cansada
de tanto esfuerzo sin recompensa, decido quedarme en medio de aquellos
escalones. Quieta, dejo de hacer, observando el color negro de un abismo blanco
que me deslumbra.
Aparecen
manos a mi alrededor que me quieren ayudar, a subir, a bajar, a moverme. Manos
grandes, manos pequeñas.
Todas
terminan diciéndome adiós y yo, sola, inmovilizada, echo raíces en un escalón.
Éstas no se pueden estar quietas e inician prolongaciones hacía arriba, hacía
abajo, hasta enredarse en una maraña de óxido.
Mi
escalera metálica se ha convertido en una red de ramas que aumentan el peso de
mi opresión. La sobrecarga de mi hastío se ladea hasta caer al suelo. Tengo heridas por todo mi cuerpo pero despierto
en suelo firme.
Cargada
de renovadas energías arrojo la escalera muy lejos de mí junto con las raíces
que la envuelven.
Dejando
atrás el pasado inicio un nuevo camino.
FIN DE LA RED
Muchos
sueños después…
Me
despierto escuchando la Suite nº 1 para Cello de Bach.
Sus
notas vuelan llenando mi alma de paz.
El
viento acaricia mi cara.
El
olor a salitre me evoca momentos de tranquilidad
Los
albatros vuelan a ras del mar sorteando la espuma de las olas.
Mi alrededor
está lleno de paz y felicidad.
Mis
ojos reflejan la vida que emana de mi interior
Murió
el maltrato y el maltratador.
Con
fortaleza y tesón reconvertí mi vida y me liberé de mi perseguidor.Desaparecieron los rincones donde esconderse, los miedos donde refugiarse
Corro
libre entre las amapolas sin miedo a mancharme.
Por
fin, soy una persona.
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