Todos los amigos estaban en círculo dispuestos a jugar a la güija.
Querían invocar a los espíritus. La noche era propicia. Todo estaba oscuro y la
única luz que había en la estancia provenía de las llamas de la chimenea.
El vaso comenzó a moverse. El espíritu se estaba presentando. Primero
se dirigía a la T, luego a la X y finalmente se paró en la O. Dedujeron que se
llamaba TXO. En su vida terrenal tuvo que vivir en algún país del Oriente. El
vaso, vehículo conductor entre la vida y la muerte, no se movía. TXO esperaba
preguntas. Rompiendo el silencio uno de los miembros del juego dijo:
-Yo creo que deberíamos de parar o en caso contrario, Soledad debería
participar. Da mala suerte que una de las personas mire y no participe.
-¡Bah! ¡No digas tonterías! Tienes miedo. Te estás rajando…
-No de verdad. Os voy a decir el motivo:
Cuentan que hace tiempo, un grupo de adolescentes, cuando terminaban
las clases, se quedaban en el patio del instituto y jugaban a invocar a los
espíritus. Uno de ellos nunca jugaba pero siempre miraba. Un día se les
presentó un espíritu que dijo llamarse TXO. Apenas se movía y su alma quería
estar siempre cerca de la persona que no participaba en aquella invocación de
los muertos. Parecía que la estuviera invitando a participar. Desde ese día, no
volvió a presentarse otro espíritu que no fuera TXO y siempre tenía la misma
actitud.
Llegó el verano y con él las vacaciones. El chico que no participaba
en el juego se sentía raro, nervioso. En su casa sucedían cosas difíciles de
explicar., por ejemplo, un ruido seco y fuerte en medio del silencio de la
noche despertó a todos los miembros de la familia. Un niño Jesús de esos que
todas nuestras madres tenían en su habitación apareció guillotinado. Un corte
perfecto que separaba cuerpo y cabeza. Otro día, un Jesucristo se cayó de la
pared donde había permanecido colgado desde hacía décadas y, para colmo, no se
dejaban de escuchar por la casa quejidos a cualquier hora del día.
El otoño llegó y el muchacho se disponía a reencontrarse con sus
compañeros. No pudo. El primer día de curso, cuando se dirigía al instituto, un
coche le atropelló dejándole en silla de ruedas para el resto de su vida.
-Pero, bueno, Pepe, no seas ingenuo. Sólo fueron casualidades y mala
suerte.
-Ya, pero cuando se nos ha aparecido TXO me he acordado de esa
historia. Además, si os fijáis el vaso está posicionado enfrente de Soledad.
-Soledad, ¿tú que dices? ¡eres
la elegida por TXO! ¿quieres participar
o le despedimos y mandamos al
infierno a nuestro amigo?
-Gracias por avisar, Pepe, pero yo soy bastante descreída. Es por eso que
no juego a estas niñerías. Esto de la guija es algo infantil. No os preocupéis.
Seguid.
A pesar de la advertencia de
Pepe ellos siguieron jugando o al menos lo pretendieron porque TXO no se movía
y cuando lo hacía se dirigía hacia Soledad.
Al día siguiente salieron de casa a dar un paseo. Soledad iba sola
enfrascada en sus pensamientos y no escuchó los gritos de sus amigos que la
advertían que un coche se había saltado el semáforo en rojo. Soledad fue
atropellada y murió esa misma noche.
Por eso os digo. Si alguna vez jugáis a la güija tened en cuenta una
cosa:
Todos los presentes debéis participar porque el espíritu de TXO
regresará del pasado y las consecuencias serán terribles.
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