jueves, 30 de mayo de 2013

LA LEYENDA URBANA DE TXO

Todos los amigos estaban en círculo dispuestos a jugar a la güija. Querían invocar a los espíritus. La noche era propicia. Todo estaba oscuro y la única luz que había en la estancia provenía de las llamas  de la chimenea.
El vaso comenzó a moverse. El espíritu se estaba presentando. Primero se dirigía a la T, luego a la X y finalmente se paró en la O. Dedujeron que se llamaba TXO. En su vida terrenal tuvo que vivir en algún país del Oriente. El vaso, vehículo conductor entre la vida y la muerte, no se movía. TXO esperaba preguntas. Rompiendo el silencio uno de los miembros del juego dijo:
-Yo creo que deberíamos de parar o en caso contrario, Soledad debería participar. Da mala suerte que una de las personas mire y no participe.
-¡Bah! ¡No digas tonterías! Tienes miedo. Te estás rajando…
-No de verdad. Os voy a decir el motivo:
Cuentan que hace tiempo, un grupo de adolescentes, cuando terminaban las clases, se quedaban en el patio del instituto y jugaban a invocar a los espíritus. Uno de ellos nunca jugaba pero siempre miraba. Un día se les presentó un espíritu que dijo llamarse TXO. Apenas se movía y su alma quería estar siempre cerca de la persona que no participaba en aquella invocación de los muertos. Parecía que la estuviera invitando a participar. Desde ese día, no volvió a presentarse otro espíritu que no fuera TXO y siempre tenía la misma actitud.
Llegó el verano y con él las vacaciones. El chico que no participaba en el juego se sentía raro, nervioso. En su casa sucedían cosas difíciles de explicar., por ejemplo, un ruido seco y fuerte en medio del silencio de la noche despertó a todos los miembros de la familia. Un niño Jesús de esos que todas nuestras madres tenían en su habitación apareció guillotinado. Un corte perfecto que separaba cuerpo y cabeza. Otro día, un Jesucristo se cayó de la pared donde había permanecido colgado desde hacía décadas y, para colmo, no se dejaban de escuchar por la casa quejidos a cualquier hora del día.
El otoño llegó y el muchacho se disponía a reencontrarse con sus compañeros. No pudo. El primer día de curso, cuando se dirigía al instituto, un coche le atropelló dejándole en silla de ruedas para el resto de su vida.
-Pero, bueno, Pepe, no seas ingenuo. Sólo fueron casualidades y mala suerte.
-Ya, pero cuando se nos ha aparecido TXO me he acordado de esa historia. Además, si os fijáis el vaso está posicionado enfrente de Soledad.
-Soledad, ¿tú que dices?  ¡eres la elegida por TXO! ¿quieres participar  o le despedimos y  mandamos al infierno a nuestro amigo?
-Gracias por avisar, Pepe, pero yo soy bastante descreída. Es por eso que no juego a estas niñerías. Esto de la guija es algo infantil. No os preocupéis. Seguid.

 A pesar de la advertencia de Pepe ellos siguieron jugando o al menos lo pretendieron porque TXO no se movía y cuando lo hacía se dirigía hacia Soledad.

Al día siguiente salieron de casa a dar un paseo. Soledad iba sola enfrascada en sus pensamientos y no escuchó los gritos de sus amigos que la advertían que un coche se había saltado el semáforo en rojo. Soledad fue atropellada y  murió esa misma noche.

Por eso os digo. Si alguna vez jugáis a la güija tened en cuenta una cosa:
Todos los presentes debéis participar porque el espíritu de TXO regresará del pasado y las consecuencias serán terribles.



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