Le conocí un día de principios de
Mayo. Lo primero que me atrajo de ella fue su tristeza…
Tengo los ojos negros. El pelo blanco.
Ella siempre dice que tengo una mirada que enamora. Canta canciones mientras
acaricia mis orejas. Sus dedos son delicados y sus cosquillas me inundan de
felicidad.
La espero impaciente que regrese del
trabajo. Revoloteo a su alrededor como un niño pequeño. Jugamos, corremos,
saltamos, paseamos y, sobre todo, hablamos.
Su presencia me llena de alegría. El amor
se mide en intensidad y el nuestro lo es.
La desconocí una tarde de finales de
Abril. Lo primero que rompió mi corazón fue su tristeza.
Hoy la observo desde la distancia. Sé
que me recuerda. Sé que llora. Sé que sus dedos se han quedado huérfanos de
caricias. Sus canciones vuelan en silencio por nuestro hogar. Camina por la
calle recordando mis pasos.
Ella no sabe que continúo a su lado
revoloteando entre sus piernas y saltando de alegría cada vez que esboza una
sonrisa.
Mi nombre es Jack, su perro. Una
mascota para algunos, un amigo para ella…pero ¿acaso importa?. Lo único significativo es que el tiempo se mide
en intensidad y el nuestro será eterno.
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