domingo, 21 de octubre de 2012

CAMBIO DE RUMBO

 
Me he despertado en una cama que no es mía y nada va a volver a ser igual.  Lo sé. Mi vida ha dado un vuelco de ciento ochenta grados. Nueva casa, nuevo trabajo, nuevas responsabilidades. Estoy seguro que todo va a salir bien. Soy trabajador, luchador, optimista y todas estas cualidades van a revertir en beneficio de los demás. Lo sé, igual que lo saben aquellos que me han apoyado para conseguir este nuevo empleo.  Tengo a gente que me quiere  y que me dará la fuerza suficiente. La pena es que los voy a ver poco, sobre todo a mis hijos. Me temo que las excursiones en bici los domingos por la mañana no van a ser tan frecuentes como hasta ahora. No importa, estoy seguro que lo entenderán. Cuando crezcan se sentirán orgullosos de su padre.
Mis antecesores en el puesto me lo han puesto fácil.  No se puede trabajar peor. Yo, por muy poco que haga, dejaré contentos a los que me rodean. Tengo bastantes proyectos.  
Todos los que dependen de mí están expectantes. Algunos no se fían, aunque, ¡para qué preocuparse!, hasta ahora tampoco lo habían hecho. ¡Qué hipócritas somos las personas! Ahora, todos esos que me clavaban cuchillos por la espalda me sonríen y me adulan continuamente. Yo les sigo el juego, no soy tonto, pero en mi fuero interno les ignoro.  Algunos me miran de soslayo y recuerdan las zancadillas que me pusieron y que no consiguieron herirme. Al contrario, de todo eso he salido fortalecido.  La tenacidad es importante para llegar a la meta que uno se propone.
Estoy feliz. No puedo reprimir la alegría. Me miro en el espejo y observo mi rostro. Soy el mismo pero soy otro. Hago muecas, gesticulo y busco gemelos en mi reflejo.  Soy un actor nato. Hay que serlo si se quiere engañar a la gente. Si eres transparente, la jauría se abalanza sobre ti y te destruye. La vida te enseña estas cosas. En mi nueva vida es algo que tendré que practicar continuamente.  Seré otro yo ante los demás.
A partir de ahora dejará de existir el reloj. No habrá horas de descanso para mí. El día será noche y la noche será día. Daré la vuelta al mundo varias veces a lo largo del año. Conoceré a mucha gente de mi misma profesión y algunos se convertirán en amigos y otros en enemigos. La competencia laboral será dura y tendré que imponer mis criterios.  Soy escéptico ante los que dicen que finalmente me someteré a sus reglas. Craso error. Ellos tendrán que someterse a las mías. Nadie es más fuerte que los demás y allí estaré yo para dejarlo claro.
El día está soleado, brillante, lo que supondrá un acicate más para que mi presentación en sociedad sea todo un éxito. Oigo ruido. Parece que ya vienen a buscarme. Voy a echarme una última ojeada ante el espejo. Sí, estoy impecable. La corbata es un acierto. Son importantes los pequeños detalles para los grandes momentos.
Respiro hondo y asumo el papel que la historia me ha destinado. Seré el nuevo presidente de mi país y es por eso que hoy me he levantado en una cama que no es mía pero que, a partir de hoy, lo será.

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