Si murmurar la verdad, aún puede
ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la
venganza de los cobardes. (Benavente)
Irene estaba sola en
casa y era el mejor momento para comprobar lo que su amiga, por decir algo, le había comentado en el instituto sobre su
madre:
-
Irene, es verdad, te lo prometo, lo estaban hablando hoy mis padres. Han subido
una foto de tu madre en youtube.
-
Bueno, ¿y qué?
-
¿Y qué? Chica, pareces tonta, si es verdad lo que sale en esa foto, tienes a tu
madre cogida por el cuello. No le quedará otra que dejarte ir con nosotras este
fin de semana a la discoteca en Madrid. Tienes una oportunidad de oro.
-Pero,
¿estás loca ¿ chantaje a mi
madre?...Además, seguro que es mentira. ¿Qué se ve en la foto? ¿Quién la ha
subido?
-
Cuando no te quieres enterar, lo haces muy bien. Ya te lo he dicho. Mi padre
estaba contando que un compañero suyo se encontró a tu madre y a su jefe muy
acaramelados en el Retiro. Este chico aprovechó y les sacó una foto con su
móvil. Quería venganza. Por lo visto, el jefe de tu madre, hacía poco que había
echado de la oficina, sin motivos aparentes, a un amigo suyo. Quiere que todo el mundo sepa que este
tipo es un cerdo. Además, hija, según mi padre, simplemente verificó en
imágenes lo que en el trabajo era "vox populi": tu madre y su jefe llevan
enrollados un montón de tiempo.
-
Claudia, ¿por qué eres tan cruel? Estamos hablando de mi madre, que no se te
olvide.
-Perdona,
llevas meses diciendo que no aguantas a tu madre. Que nunca está en casa, que
prefiere estar más tiempo en el trabajo que contigo y con tu padre. Pues chica,
parece ser que el curro no es lo que más interesa a tu mamá.
-Eres
una hija de….
-
No bonita, la hija de…eres tú. Chao, me voy, y no olvides mirar esa foto. Nos
vemos este finde en la discoteca.
No
quería hacerlo, sin embargo, la curiosidad, la rabia, la hizo teclear las
palabras mágicas que hicieran aparecer ante ella la fotografía dichosa.
Ahí
estaba. Desde luego, era su madre. Aparecía dando un abrazo a ese hombre que
ella no conocía pero que tantas veces había incordiado por teléfono. Desde su
fuero interno siempre le había odiado porque era el culpable de su tristeza. Su
padre y ella siempre estaban solos y, encima, estúpidos los dos, compareciendo
a mamá por la cantidad de trabajo que tenía. ¡Menudo trabajo! No, no la haría
chantaje. No deseaba en absoluto ir a la discoteca y menos, con ese nido de
víboras que creía eran sus amigas. No. Se lo diría a su padre. ¡Se había estado
riendo de los dos! Para colmo, estaban en boca de todo el pueblo. Ahora
comprendía las sonrisitas que salían de los labios de aquellos cotillas cuando
pasaba por su lado. ¡Pobre papá!
Rabiosa,
tiró todo lo que se encontraba a su paso y, cuando ya no tuvo más que romper,
se tumbó en la cama y estalló en un llanto triste y continúo hasta quedarse
dormida. Mientras, la fotografía de los amantes en el parque, quedaba fija en
la pantalla del ordenador.
Cuando
despertó, unos ojos la observaban. Era su padre. Estaba pálido. Por supuesto,
había visto la imagen que la pantalla mostraba. No había nada que decir. Los dos se cogieron de las
manos acompañados de un silencio triste.
-Irene,
no te preocupes de nada. Yo hablaré con tu madre y verás como todo tiene una
explicación.
-¿Qué
va a explicar? - gritó, despertando de su letargo- ¿Qué nos engaña? ¿Qué le
importamos una mierda?
-
Irene, por favor, tranquila
-¿Tranquila?
, no te entiendo, ¿es que acaso no sientes la humillación? ¡No te quiere! ¡No
te quiere!
-¡Irene!
¡Las cosas hay que hablarlas! ¡Puede ser un malentendido!
-
¡Un malentendido!, ¡Ja! ¡Es una golfa!
-
¡Irene!, ¡no permito que hables así de tu madre!. ¡Nunca!
-
¡No te entiendo! Llevan razón los que dicen que eres un calzonazos.
Juan,
no pudo pensar y acercándose a su hija la abofeteó. El silencio fue hondo y
oscuro y sólo se rompió con el sonido de la puerta abriéndose.
-¡Hola
chicos!, ¿dónde estáis? María venía
contenta. Por fin, le habían concedido el traslado. Llevaba meses pidiéndoselo
a Luis, su jefe, su amigo. No podía más. Quería estar más tiempo con su
familia. Hace dos días la invitó a comer en el Retiro y allí le dio la buena
nueva.
-
María, con todo el dolor de mi corazón prescindo de tus servicios. Te concedo
el traslado. A partir del lunes comienzas a trabajar en Marketing, de 8 de la
mañana a 3 de la tarde y fines de semana libres. ¿Estás contenta?
-
¿De verdad?
-
Para mi desgracia sí. Te echaré de menos. Eres una buena profesional por no
decir que mejor amiga.
No pudo más que abrazarlo. Un abrazo lleno de
cariño y agradecimiento.
No
le había dicho nada a los suyos. Quería darles una sorpresa y, que mejor, que
hoy, último día de la semana. Se irían a celebrarlo al restaurante preferido de
Irene e, incluso, había pensado dejarla ir a la discoteca este fin de semana.
Juan y ella se quedarían solos y... ¡noche romántica! Empezaba una vida nueva
para los tres. Subió las escaleras dispuesta a darles la noticia y lo que se
encontró, a modo de bienvenida, fue con una fotografía fija en la pantalla del
ordenador.
Dedicado a ti. Tú sabes lo que es una mentira.
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