Querido amigo:
Como decía Voltaire, “La vida es un círculo de
dolores”… y eso lo pensó sin saber lo que nos venía encima en el siglo
XXI. Nos duele todo. Mi madre dice que está para tirarse al cubo
de la basura…no sé si eso será posible por las dimensiones del cubo pero así y
todo… tendría posibilidades porque todo lo que nos rodea se está convirtiendo
en un vertedero. ¿Quién está transformando nuestra vida en una dolorosa? El invisible mercado que nos ajusta el
cinturón. Nos aprieta con tal virulencia
que los dolores que sufrimos son espantosos.
Nuestro bolsillo se queja sin cesar. Antes estaba medianamente lleno
pero ahora…se encuentra solo y sin un céntimo.
Llora por los rincones pidiendo alguna moneda que le sirva de compañía
pero el pobre no sabe que nuestro gobernante nos ha dicho que nos tenemos que
sacrificar con unos pocos euros para que podamos solucionar esta situación
crítica de la economía.
¿Te
das cuenta lo importantes que nos hacen sentir?
Somos la salvación y ellos, solamente, nuestros tutores. Nos mandan,
dirigen, ajustan… ¡qué felicidad! Los
dolores de cabeza que sufro no son importantes. Los aguanto estoicamente sin
medicamentos o pagándolos más caros…hay que salvar la sanidad. ¿Qué me he roto el fémur? ¡Yo voy a
trabajar! Nueve días tengo como plazo
para curarme, de lo contrario mi pobre empresa me tiene que echar porque soy un
irresponsable y ellos no pueden seguir adelante. Adelante, sí, aunque si
miramos hacia atrás, nuestra vida estaba
repleta de hipotecas ofrecidas
por los bancos con mucha gentileza, para llenar nuestra vida de lujos…casas,
coches, placer….pero ¿qué pasó?, el boom del que tanto se hablaba estalló y todo quedó
en ruinas y nosotros arruinados. Aunque, amigo mío, también decía Voltaire que
“la vida es un juego de azar”. Hoy nos toca perder, ayer nos tocó ganar. Sin
embargo, a ellos, a los invisibles, el azar siempre les favorece.
El
poder, gracias a nuestros votos, toma decisiones siempre pensando en nuestro
bien. Por esta razón se enfadan cuando nos manifestamos. No, no está bien
reunirse para criticarlos, alzar la voz para decir lo que se piensa. Si
ejercemos ese pataleo no vivimos la democracia plenamente. ¡Qué ignorantes somos! Únicamente, es sensato reunirse y provocar
algarabías en la calle cuando un equipo de fútbol consigue algún triunfo. En
estos casos, nuestros amos no se
molestan. Les gusta que estemos entretenidos con esas grandes cosas mientras
ellos piensan en cómo eliminar otras que, no nos van a llevar a ninguna parte.
¿Qué te diga un ejemplo? Espera que
piense… ¡Ya lo tengo! Mi hijo ya no podrá ir a la universidad porque la
matrícula es tan elevada que no se la puedo pagar. Si estudia puede criticar y eso no está bien,
no señor, es mejor que se entusiasme con otros asuntos que le emboten la cabeza
y pueda seguir con más facilidad las directrices que ellos, los de arriba,
marcan.
Amigo
mío, estas son las circunstancias en las que vivo en la actualidad. No hago más
que dar gracias por ser un sumiso ciudadano que no grita y vocifera lo que quiere
gritar y vociferar y calla con un silencio que le ahoga y asfixia..
La
despedida se acerca y lo haré como
comencé, con una frase de aquel filósofo francés que me está sirviendo como
referencia en esta carta: Voltaire. Quizás sea este pensamiento el que me hace
congraciarme con la vida. Es el siguiente “Y el rico y el pobre, el débil y el
fuerte sufren igual los dolores de la muerte”
¿Estás
de acuerdo con él, amigo mío?
Mi más sincero enfado
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