domingo, 21 de octubre de 2012

TRANSPLANTE DE CEREBRO


ALICIA, sus pasos danzaban en la pasarela…

La mujer perfecta. Sus medidas, su pelo, su estilo. Todas las portadas de la revista son para ella. Tiene 25 años y un futuro lleno de triunfo.
Los flashes de la cámara bombardean sus ojos. Sonríe pacientemente aunque no tenga ganas. Es el precio que tiene que pagar a cambio de estar en lo más alto y conseguir su sueño. Un sueño que se está haciendo realidad pero que quiere que perdure en el tiempo. Alicia está cansada. Desde hace días tiene fuertes dolores de cabeza que la están volviendo loca pero el espectáculo debe continuar. Posa, se contonea, sonríe, posa, se contonea, sonríe…invariablemente, durante horas, al ritmo de los gritos que dan los fotógrafos reclamando su atención.
Se acabó. Llega a casa y se toma un calmante. El dolor es insoportable. Al día siguiente tiene que coger un avión que la lleve al otro lado del mundo y necesita descansar para estar impecable cuando suene el despertador. Apaga el teléfono móvil y se tumba en la cama dispuesta a dormir. Siente que su cabeza está a punto de explotar.
Alicia, esta vez, es noticia no sólo en las revistas, también lo es en los periódicos y televisiones. La más famosa de las modelos españolas ha sido encontrada gravemente enferma en su casa. La alarma saltó cuando su agente se preocupó al no presentarse en el aeropuerto y no contestar el teléfono. En un principio, se especulaba con una posible sobredosis pero se desmintió de inmediato. Los médicos hablan de un posible derrame cerebral que la mantiene en coma luchando entre la vida y la muerte.

MARÍA, su agonía dormía en la cama…
María tiene 27 años y mira envidiosa la última revista de moda. Siempre ha soñado con tener el cuerpo escultural que lucen todas esas modelos, sin embargo, es bajita y se siente gorda, muy gorda, tremendamente gorda. Sensaciones que juegan con el abismo. Su cuerpo manda y tiene a María postrada en una cama de hospital. Los médicos, los psiquiatras han hablado con ella y han dado su diagnóstico: se morirá si continúa maltratándose, si continúa vomitando convulsivamente, si continúa ayunando día tras día.
Ella no les hace caso. Son unos mentirosos. Simplemente la quieren convencer para que coma, para que se hinche como un globo y explote. Además, si eso que dicen fuera verdad, preferiría morir antes que vivir dándose asco cada vez que se mira al espejo.
Deja la revista a un lado de la cama y contempla sus manos y sus piernas. ¡Qué asco! Las mueve compulsivamente. Cuanto más ejercicio haga, más calorías consume. No puede estar todo el día tumbada porque va a engordar. Se mueve cada vez más deprisa porque con cada uno de los movimientos un gramo de grasa se escapa de su cuerpo.
Una enfermera entra a la habitación y pide que se pare. María no escucha y se mueve mucho más deprisa. La enfermera vuelve a regañarla pero María ya no puede parar y prosigue de forma contumaz. Ha perdido el control. Empieza a pegarse, a arañarse, a abofetearse, grita, llora. El exorcismo que se ha apoderado de ella siempre queda vencido por las cuerdas que la atan a la cama. Sus lágrimas siguen empapando ese cuerpo del que quiere salir y al que odia tanto
ANDRÉS
Tres plantas más arriba de la habitación de María  está ubicada la unidad especializada en trastornos de la alimentación.
Los médicos y psiquiatras encargados de esta área de la salud están reunidos. Analizan la evolución de los pacientes que están ingresados. De entre todos, el estado de María es el que más les preocupa. Se sienten impotentes porque sienten que ya no pueden hacer nada más por ella. Andrés, un médico joven les escucha. Lleva poco tiempo en este hospital ya que está recién llegado de Estados Unidos. Trae ideas innovadoras aunque no muy bien vistas por los demás. Lleva años estudiando la posibilidad de transplantar el cerebro de una persona con trastorno de alimentación en un cuerpo perfecto. Quiere investigar como sería la reacción del enfermo cuando consiga pertenecer al cuerpo que tiene idealizado. Sería un experimento interesante. Un salto cualitativo en el avance científico. La ética queda desbancada por la ciencia.
Andrés explica a los demás lo que ha estado elucubrando en las últimas semanas. Ha averiguado que una modelo está ingresada en cuidados intensivos y, por lo que le han comentado sus colegas, a punto de morir. Podía ser perfecta para María. Las dos mujeres están es fase terminal pero una de ellas puede seguir viva y, evidentemente, él ha elegido quién podría ser. En la sala se hace el silencio. Todos piensan que es una locura y una barbaridad pero, por otra parte, la idea de formar parte en un experimento de estas características  sería gratificante, algo por lo que su carrera se reforzaría… ¿Qué hacer?...El silencio se rompe con el sonido del teléfono móvil de Andrés. Le acaban de notificar que Alicia, la modelo,  ha entrado en muerte cerebral. Es ahora o nunca, dice a los demás. La decisión es unánime. Sólo necesitan la conformidad del director del hospital y, naturalmente, convencer a María.
TRANSPLANTE
Andrés sonríe. Su loca idea se hará realidad. Triunfará. María llora de alegría
Tumbada en la camilla, camino del quirófano siente que, por fin, se va a liberar de su cuerpo repulsivo. Cuando despierte será ella y será otra. Será la chica que provocaba su envidia. Sí, morirá para los demás pero ella se siente feliz. Todo su esfuerzo ha valido la pena.
La operación dura más de 24 horas. Varios equipos médicos se han turnado para ejecutar con precisión esta operación. Todo se ha realizado en el más estricto de los secretos. La sociedad aún no debe saber nada. Es un simple experimento. ¿Habrá valido la pena? El tiempo lo dirá y, si todo va bien, será entonces cuando sepan de su proeza médica.
María abre los ojos. No sabe si ha estado soñando o si en realidad es cierto que ya no está embutida en un trozo de salchichón. Mira alrededor y está llena de tubos. Levanta con dificultad los brazos y, los mira fijamente. Comprueba, entonces, que no es un sueño; esos no son los suyos, son totalmente diferentes, largos, delgados…delgados…delgados…
Andrés no descansa. Desde el día del transplante está pendiente de la evolución de su paciente. Los últimos meses se ha centrado en prepararla psicológicamente para que el día que se enfrente al espejo reaccione de manera adecuada. No reconocerá su rostro ni su cuerpo, sin embargo, su cerebro es el mismo.
María está inquieta. Ha llegado su gran día. El espejo muestra a una mujer perfecta cuyas medidas son 90-60-90. No percibe ni un gramo de celulitis, ninguna estría que dibuje de líneas blancas su vientre plano, no hay un atisbo de flaccidez, toda su piel es firme. Posa, se mira, se contonea…
Su sueño se ha hecho realidad. No importa lo confusa que se encuentre al no reconocerse. Su sueño se ha hecho realidad. No importa que las personas que se acerquen a ella sean unas completas desconocidas aduladoras. Su sueño se ha hecho realidad. No importa que se sienta terriblemente sola, sin su familia, sin sus amigos. Todos la creen muerta.
Su sueño se ha hecho realidad.

DIAGNÓSTICO
Ha transcurrido un año desde la operación. Andrés sigue pendiente de la evolución de María, de su experimento.
Los periódicos, las televisiones, las revistas se hacen eco de la milagrosa recuperación de Alicia y muestran su imagen radiante. Su agente anuncia a bombo y platillo que muy pronto volverá a las pasarelas, aunque en su fuero interno no lo cree probable. Alicia ya no es la misma. Siente que una parte de ella se ha quedado perdida en la habitación del hospital. Los médicos continuamente le tranquilizan y niegan que haya sufrido daños cerebrales.Sólo le piden tiempo y paciencia. Sin embargo, a medida que transcurren los días él percibe que Alicia se aleja de su lado y eso le entristece. Al fin y al cabo, no sólo ha sido su agente, también ha sido su única familia. Ella se quedó huérfana cuando su carrera empezaba a despuntar y él la acogió como si de una hija suya se tratara. Sin embargo, ella parece no reconocerle y le trata con indiferencia y hasta con desprecio. Se mantendrá a su lado cuidándola desde la distancia.
 María, por su parte, no está contenta. No sabe quién es. Bueno, sí lo sabe. Es María con el cuerpo de Alicia. El sueño que se hizo realidad fue sólo eso: un sueño. Ha vuelto a despertar y no quiere enfrentarse al espejo. Se odia. En un año ha perdido toda su belleza. Se siente gorda, ha vuelto a vomitar, a ayunar, a maltratarse. No quiere enfrentarse al espejo. No quiere.
 Andrés escribe en su cuaderno de notas: Recaída. Era lo que él suponía que iba a pasar. La anorexia ha vuelto con más fuerza que nunca. El cerebro continúa enfermo. Realiza de manera sistemática análisis funcionales que le permiten averiguar los motivos que han provocado que el trastorno esté de nuevo presente en la mente de María. Las circunstancias son siempre las mismas; enfrentamientos con otras personas que no consigue cerrar y que la hacen sentir rabiosa y triste. Comportamientos poco asertivos que no sabe resolver y que la hacen sentir torpe, estúpida e inútil. Todos esos sentimientos los canaliza utilizando la comida. En este terreno sí se siente fuerte, inteligente, domina la situación, controla lo que hace y se sabe superior a los demás mediante el continúo engaño.
Andrés diagnóstica que a María alguién le robó la infancia y ella no pudo hacer nada. Todo comenzó cuando un loco violó su inocencia y ella no pudo hacer nada. Todo comenzó cuando los insultos formaban parte de su día a día y ella no pudo hacer nada. Entonces fue cuando toda ella engordó de rabia, odio, tristeza, impotencia y transformó su vida en muerte.
SUEÑOS María agoniza en la cama
Su cerebro tiene sobrepeso y ella no puede con él. La plenitud duró unos instantes y ahora el odio, el dolor, la rabia vuelven a su mente y los tiene que volver a expulsar con los vómitos de colores que ella se inventa. Enfadada porque no le ha salido el arco iris deseado, se araña brazos y cara hasta que su piel se cubre de color rojo. Sintiéndose sucia y pegajosa decide limpiarse y para ello deja de comer. Toda ella queda blanca, impoluta, limpia de impurezas hasta que el dolor, el odio, la rabia regresan a su mente y todo comienza de nuevo…un bucle tras otro, un bucle tras otro.
María pesa treinta kilos.
 María cierra los ojos mientras sus pasos danzan en una pasarela.

 Andrés certifica la muerte de María y acaba su informe con las siguientes palabras: el experimento acaba con éxito. El resultado ha sido el que yo supuse: la muerte.

 Las portadas de las revistas sacan en portada la foto de Alicia contoneándose, posando, sonriendo…con un adiós como punto y final.

Este relato está dedicado a la Dra, Elena Gutiérrez que me ayuda a salir del abismo de la imperfecta perfección.






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