SECUENCIA TRIDIMENSIONAL DE UNA MISMA HISTORIA
Tercera persona
Dormitaba cuando sonó el
teléfono. Se sobresaltó. Las siete de la mañana. No eran horas. Tuvo un mal
presentimiento. Una voz grave y desconocida le comunicaba la noticia. Su nieto
había sido secuestrado y tendría que pagar tres mil euros si quería volver a
verlo con vida. Le advirtieron que no llamara a la policía y que en un plazo de
cuatro horas debería reunir el dinero. Pasado ese tiempo, lo depositaría, envuelto en
papel de aluminio, en una papelera que había en un parque cercano a su casa. No
le dieron opción a realizar pregunta alguna. El anciano temblaba preguntándose
el porqué. Debía tratarse de alguna broma de mal gusto. Para despejar dudas,
tecleó el teléfono de Jorge pero no respondía; estaba fuera de cobertura.
Nervioso y con dificultad empezó a vestirse. Iría al banco. El tiempo corría en
su contra. Cuando salió a la calle, de nuevo, una llamada de teléfono retumbó
en su casa. Él ya estaba lejos y no pudo escuchar como su nieto le decía al
contestador: yayo, soy yo, acabo de llegar a Las Palmas, ¿sucede algo?
Segunda persona
No lo voy a repetir dos veces.
Hemos secuestrado a tu nieto. ¿Quieres volver a verlo con vida, verdad? Pues
sigue, atentamente, las instrucciones que te vamos a dar. Tendrás que conseguir
tres mil euros antes de cuatro horas. Cuando los tengas, deberás envolverlo en
papel de aluminio y dejarles en la papelera que hay en el parque San Miguel,
ese que está cerca de tu casa. Como ves, sabemos dónde vives. Ni se te ocurra
llamar a la policía, ni dar un paso en falso porque te arrepentirás. La cuenta
atrás ha comenzado.
¡Genial! El viejo se lo ha creído.
- Lucas, ¿estás seguro que
Jorge ha cogido el avión a Las Palmas?
Primera persona
¡Son las siete de la mañana!
¿Quién puede llamar a estas horas? Seguro que ha pasado algo. ¿Dígame? ¿Mi
nieto? ¿Pero quién es usted? ¿Cuánto? ¿Tres mil euros? Sí, claro que conozco el parque. ¡Dios mío!
¿Por qué lo han secuestrado? Voy a llamar a Jorge aunque le despierte. ¡Tiene
el móvil fuera de cobertura! ¡Claro, se lo abran apagado para que no pueda
hablar con nosotros! ¡Mi chico! ¡Dios quiera que no le pase nada! Voy a
vestirme. Tengo que estar en el banco a primera hora para que me den ese
dinero. ¿Y si no disponen de tanto? ¿Qué voy a hacer entonces? Piensa Miguel,
¿cómo un banco no va a tener esa cantidad? ¿Y si es una broma de mal gusto?
Debería llamar a la policía pero me han recalcado que ni se me ocurra hacerlo.
El tiempo corre en mi contra. He de darme prisa.
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